Las trabas a nivel de directorios que dificultan la inversión en I+D en Chile
Los principales obstáculos para destinar recursos a la investigación y desarrollo, están en el diseño de los gobiernos corporativos, la falta de conocimiento en innovación y la incertidumbre ante inversiones a largo plazo.
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Según la última Encuesta sobre Gasto y Personal en Investigación y Desarrollo (I+D), realizada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI), en 2021 el gasto en I+D alcanzó un 0,36% del Producto Interno Bruto (PIB), donde las empresas representaron un 41,4% de total.
Sin bien se ha avanzado y el país lidera esta cifra en la región, está muy por debajo del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con 2,72% del PIB y con mayor participación del sector privado.
El director de Metro de Santiago y consultor en innovación, Tadashi Takaoka, señaló que hoy son pocos los directorios de empresas nacionales que muestran interés en invertir en I+D, por varias razones.
Primero, existe una cultura en que en los tiempos de crisis hay que cortar gastos y evitar errores. “El perfil de director ideal es el que revisa muy bien las platas, que no se gaste de más, y eso inhibe totalmente el tema de I+D”.
También hay mucha incertidumbre entre los directores al momento de destinar recursos a I+D y “lo primero que preguntan es ´dónde más ha funcionado’o ‘muéstreme algún caso de éxito´ y eso es contrario a la I+D, ya que esta tiene como foco empujar la barrera de lo conocido”, dijo.
Takaoka señaló además, que existe un “diseño obsoleto” en los directorios de las grandes empresas, donde prima una “visión cortoplacista” enfocada en los resultados y el desempeño financiero, con poco conocimiento en I+D y escasos directores capacitados en innovación, lo que se traduce en un bajo interés.
Para el experto, otra razón es que en Chile hay varias empresas que en sus orígenes son familiares, “y al depender de las familias, las decisiones suelen ser más cortoplacistas y enfocadas en rentabilizar el negocio, sin mucha mirada a largo plazo”.
Agregó que en muchos casos, esta visión de corto plazo no abre espacios a los gerentes de primera línea para que puedan implementar innovación.
Una mirada distinta tiene la directora de SQM, Gina Ocqueteau, quien afirmó que “no veo dficultades en los directorios” sobre este tema, pero señaló que dado que la inversión en I+D no genera retornos inmediatos, suele ser una “apuesta riesgosa para las empresas”.
Comentó que hoy existe mayor conciencia en los directorios en que las empresas requieren I+D y “que avance, prospere y se inyecte mucho más capital”, pero también “hay harta conciencia de que este es un tema que dejamos súper abandonado. Todavía falta mucho, porque si uno se compara con los países OCDE somos el pariente pobre”.
Agregó que dado que los desarrollos asociados a la innovación y nuevas tecnologías se demoran, debe existir conciencia en los directorios de que hay que invertir a mediano y largo plazo, porque, “en nuestro caso (SQM), por ejemplo, los proyectos que nos llegan no son en dos años, son en mucho más tiempo”.
Por otro lado, la presidenta del directorio de ENAP y de Correos de Chile, Gloria Maldonado, dijo que hoy los directorios sí ven la innovación como una oportunidad, pero no ocurre lo mismo en el ámbito de la I+D, porque esta requiere de capacidades especializadas, plazos extensos de validación e inversión y una “alta incertidumbre tecnológica”.
Comentó que si bien la I+D permite lograr un desarrollo productivo competitivo, muchas veces la realidad económica impide que los directorios locales “consideren estos esfuerzos en forma más sistemática”.
Agregó además, que la innovación ha estado asociada a crear nuevos productos, procesos, servicios o modelos de negocios con menores tiempos de desarrollo y menor riesgo tecnológico para la empresa, como una forma más “económicamente viable” para diferenciar su oferta al mercado.
“Tener inversiones a cinco, 10 o 15 años de plazo con un resultado incierto es quizás un lujo para la industria nacional que, en la era de la incertidumbre tecnológica y de la presión globalizada de los sectores productivos, no está capacitada para financiar sin poner en riesgo sus propios procesos productivos. Por eso, Chile creó la Ley de Incentivo Tributario a la I+D”, indicó.
Los desafíos
Según Maldonado, para avanzar y “destrabar” la inversión privada en I+D en el país, se requiere contar con “sólidos prestadores tecnológicos de servicios en estos ámbitos”; mantener un ecosistema activo en torno a infraestructura y profesionales capacitados para poder llevar estos proyectos a las grandes industrias, por ejemplo, a través de los Centros de Excelencia Internacional o los centros tecnológicos para la innovación de Corfo.
Señaló que las empresas requieren de una contraparte técnica válida (terceros capacitados) que les permitan explorar más allá de su propia infraestructura, que comprendan los plazos y necesidades de la industria, y que contribuyan a “confirmar ciertas hipótesis tecnológicas” y desarrollar negocios para el futuro.
Ocqueteau indicó que para aumentar la I+D privada, se necesita traducir las inversiones en KPI (indicadores) y hacer un “buen benchmark mundial” de las empresas que han hecho grandes desarrollos internos o con terceros. “Si los resultados están a la vista, cuando se invierte en laboratorios especiales, cuando se traen especialistas de otras partes del mundo, las empresas se empapan de innovación y de tecnología aplicada de verdad. Crecemos todos y ganamos todos”, afirmó.